Los seres humanos somos muy especiales. Inventamos algo y luego buscamos una manera de no utilizarlo. Así como las armas químicas tienen siglos de estarse usando, así hay siglos de esfuerzos para su prohibición. Lo primero de lo que se tiene memoria escrita, es un acuerdo bilateral entre Alemania y Francia, que se conoce con el nombre de Acuerdo de Estrasburgo, en el cual los dos países se comprometen a no utilizar, en caso de un conflicto entre ellos, compuestos tóxicos o venenosos. Fue elaborado en 1675. Doscientos años después, en 1868, se firma el Acuerdo de San Petersburgo, en el cual se prohíben todos los métodos que buscan impartir sufrimiento excesivo a los combatientes. Pero hay una parte que es fundamental en éste, y es el hecho de que es un acuerdo multilateral. ¿Qué significa esto? Que fueron muchos los países que lo firmaron. Es importante que nos demos cuenta de algo interesante. Normalmente, este tipo de acuerdos han sido elaborados y firmados por países europeos. Es decir, los europeos, que nos presumen de una gran cultura, una gran tradición, también son los más sanguinarios en caso de guerra. A continuación vienen tres acuerdos que están de alguna manera vinculados entre sí. El primero fue el Acuerdo de Bruselas en 1874, que habla nuevamente de prohibir el uso de sustancias venenosas y de proyectiles empleados para provocar heridas superficiales dolorosas a los combatientes. El siguiente fue el acuerdo logrado en la Primera Conferencia de Paz de La Haya en 1899, que básicamente lo que hace es ratificar el Acuerdo de Bruselas. Y luego vino la Segunda Conferencia de Paz de La Haya en 1907, que básicamente lo que hace es ratificar el Primer Acuerdo de Paz de 1899. Así llegamos al siglo XX y con ello nos alcanzó la Primera Guerra Mundial. Después de terminada la Primera Guerra Mundial, el acuerdo de paz firmado con Alemania establece la prohibición del empleo de gases tóxicos y otras sustancias venenosas, pero, curiosamente, el único país al que le queda prohibido este uso es a Alemania. Los demás no toman para sí esta prohibición. Este acuerdo de paz con Alemania fue firmado en 1919. Tenía que seguirse buscando la manera de que todos los países involucrados tuvieran las mismas restricciones que ya habían sido impuestas a Alemania y de esta manera se firma el Tratado de Washington en 1932, en el cual se habla, por un lado, del empleo de submarinos y, por otro lado, de sustancias químicas tóxicas en general. A continuación vino un acuerdo sumamente importante, por lo menos en América. En 1923 se firmó en Washington la Convención para la Limitación de Armamento de los Estados Centroamericanos, que estableció el control para todo un subcontinente para este tipo de armamento. Así llegamos a 1925, que tiene una gran importancia porque se firmó el Protocolo de Ginebra que establece la prohibición para el uso de gases asfixiantes, venenosos y otros gases, y de agentes bacteriológicos. Los esfuerzos para seguir prohibiendo el uso de sustancias químicas tóxicas se vinieron prolongando después de la Segunda Guerra Mundial. Hubo diferentes reuniones en la Organización de las Naciones Unidas, hubo un parteaguas porque, en 1972, se firmó la Convención para la Prohibición de Armas Biológicas y Toxinas que fue finalmente el resultado de dividir en dos el Protocolo de Ginebra. Por un lado, hablemos de armas químicas y, por el otro, hablemos de armas biológicas. Tuvieron que pasar poco más de 20 años a partir de la firma de la Convención para la Producción de Armas Biológicas, para que se tuviera lista la Convención para la Prohibición de Armas Químicas. Se abrió a firma en enero de 1993 en París, Francia, y tardó poco más de cuatro años en alcanzar el número requerido de países que formaban parte de esta Convención para que entrara en vigor. Entró en vigor en abril de 1997 y a partir de entonces los esfuerzos que se han realizado han sido sumamente importantes. Al entrar en vigor la Convención de Armas Químicas, inicia operaciones la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas, que es el organismo indicado para la administración, la aplicación y la supervisión de la Convención de Armas Químicas. Esta Convención es sumamente novedosa y se considera que aún en la actualidad tiene muchas virtudes. Una de ellas es ser el primer instrumento que incluye inspección y verificación como actividades de control. Tenemos tres aspectos fundamentales en la Convención: declaraciones, verificación, inspección. Pero no sólo eso. La Convención habla también de la necesidad de que se dé asistencia y protección a países que pudieran, de alguna manera, ser atacados con armas químicas. Por ejemplo, lo que ha estado sucediendo en Siria en los últimos tiempos. No es todo lo que se intuye. Hay tres listados que son de gran importancia, porque estos listados establecen qué materias primas o qué productos químicos deben ser controlados, y, en función de su peligrosidad, establece las cantidades que puede una industria o un país poseer sin estar violentando la propia Convención. El listado uno habla específicamente de armas químicas, es decir, compuestos cuyo único uso es matar o incapacitar. El segundo listado habla de precursores directos, es decir, materias primas que directamente van a ser empleadas para elaborar armas químicas. El tercer listado habla de productos químicos y materias primas que tienen muchos otros usos diversos, no solamente para armas químicas, sino también para muchas otras cosas. Esto es lo que llamamos "uso dual en compuestos químicos". Este tipo de listados, estos tres listados, se complementan con otros dos que ya no son parte total de los anexos, pero son muy importantes y se han ido definiendo en el tiempo de vida que tiene la Convención. El primero es el que se conoce con las siglas de SQOD, "Sustancias Químicas Orgánicas Definidas", y, dentro de ese grupo de SQOD, lo más importante son las sustancias químicas orgánicas que tienen flúor, que tienen fósforo y que tienen azufre. ¿Por qué estos tres elementos? Porque los agentes neurotóxicos son todos fosforados, algunos de ellos tienen azufre, el gas mostaza es azufrado, y algunos neurotóxicos tienen flúor, como por ejemplo el sarín y el PX. Esto implica que la Convención para la Prohibición de Armas Químicas es el convenio multilateral más avanzado que tenemos en Derecho Internacional. A partir de éste se ha tratado de modificar el contenido de la Convención para la Producción de Armas Biológicas y Toxinas, pero no se ha logrado hacer porque falta voluntad política. En el próximo video vamos a hablar de cómo está estructurada la Organización para la Producción de las Armas Químicas, cómo cumple con sus funciones y cómo nos cuida a nosotros, mortales legos, alejados de esto, y qué logros ha tenido en sus primeros 20 años de vida. Allá nos vemos.